Las academias literarias españolas se formaron por la influencia de la academia moderna italiana sobre la base de la tradición literaria medieval. Florecieron en la época barroca, que fue el Siglo de Oro de la literatura española en sentido estricto. Las sociedades literarias de entonces fueron tan populares que casi todos los escritores participaron activamente como miembros. Con el fin de mantener las reuniones, cada academia redactó sus reglamentos y aplicó severas sanciones a los académicos que las infringían. Las academias celebraron a veces certámenes, en los cuales se hacían 'vejámenes' al final de las reuniones criticando a los poetas y al mismo tiempo sus obras. Esto provocó efectos de sorpresa e impacto en el público barroco. A lo largo del siglo XVII, como demostración del gusto barroco español, las academias literarias se empezaron a teatralizar con la inclusión de elementos parateatrales y musicales. En comparación con las academias italianas y las francesas, las españolas mostraron un fuerte conservadurismo al restringir la participación de las mujeres y aceptándolas sólo como parte del público. Sin embargo, las tertulias españolas crearon un ambiente libre e igualitario, imprescindible para la creación y la crítica literarias, a través del uso de los pseudónimos y el sistema de rotación de los cargos entre los académicos. Esto ayudó a la literatura española a consolidar la base literaria para cosechar los mejores frutos de su historia, aunque se viviera bajo la censurs simbolizada por el Índice y la Inquisición de la Contrarreforma española.