Desde antes de la denominación del continente como América, éste se presentaba a los conquistadores y religiosos como una utopía y un espacio para realizar los sueños. Por tanto, la idea sobre la utopía es fundamental para entender la historia de este continente. La relación entre religión y utopía tiene una larga historia en la cultura latinoamericana y puede rastrearse a lo largo de todo el siglo XX. Gustavo Gutiérrez relaciona lo utópico con su tema esencial: la liberación. Como señala este teólogo peruano en su obra Teología de la liberación, lo utópico no se refiere a lo irracional y tampoco a lo irreal, sino más bien a un mundo deseado realizable. Gutiérrez concibe lo utópico a través de la filosofía de Ernst Block y desarrolla el concepto de la utopía, articulando entre la fe y la acción política. Para él, la utopía es un fuente de inspiración que impulsa resistencias contra el orden establecido y tranforma la realidad injusta. Por tanto, la dimensión utópica, que organiza y artícula la esperanza de liberación, es la que me interesa recuperar en este artículo.