En el litigio perpetuo que se establece a nivel del discurso, las palabras tienen un papel esencial en la lucha por la hegemonía. Nación, raza, etnia, movimientos sociales-y me atrevería a añadir género y clases-han sido a la vez conceptos y espacios de conflagración. El siguiente trabajo indaga en el modo en que la literatura latinoamericana se ha internado en ese campo de batalla, cómo ella ha servido de espacio para dirimir cuestiones que rebasan presupuestos estéticos. Para abordar e ilustrar el tema se detiene en dos momentos precisos y en unos pocos autores y textos. En el primer momento se acerca a un género elocuente en sus propósitos: el testimonio. Queda para el segundo un acercamiento a algunas de las propuestas de los nuevos narradores. Así, el arco que va de finales de la década del sesenta a nuestros contemporáneos, revela las diversas pero persistentes formas en que la literatura latinoamericana ha asumido los desafios de su época. Salvando todas las distancias, el trayecto que va de aquellos testimonios a las más recientes narraciones es síntoma del largo proceso mediante el cual la literatura latinoamericana se propone a sí misma como un espacio de resistencia.